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miércoles, 26 de noviembre de 2014

lunes, 24 de noviembre de 2014

“El arte tiene que llegar a todo el mundo”

Entrevista a Mario Sánchez Nevado, ilustrador y director de arte
J. PLASENCIA / MADRID

Mario Sánchez Nevado
Mario (Premiá de Dalt, Barcelona, 1985) es un artista independiente que usa el Photoshop como nadie, pero no para quitarle arrugas a la Preysler, sino para dar rienda suelta a ese caudal creativo que le inunda. Y así, diseña portadas para cedés musicales, expone en Londres o en La Habana, edita un libro, compone una melodía o realiza un video con aires de Buñuel. Es ilustrador y director de arte de HystericalMinds, un colectivo artístico internacional. Es padre de una obra surrealista, gótica, irónica y conceptual que crece en número y en calidad. Hemos hablado con él de sus proyectos, sus inquietudes artísticas y sus motivaciones creativas.  


¿Cuál sería la categoría que mejor te definiría: artista, creador, pintor, ilustrador…? 
Yo me vendo como ilustrador y director de arte. Así a secas. Sin más florituras. Ilustración por mi cuenta y dirección para otras personas.

 Ahora que tienes ya una producción artística considerable, ¿eres capaz de echar la vista atrás y ver etapas?
Claro. No me preguntes por qué, pero suelen estar muy definidas por años. Se nota una cierta homogeneidad en todas las piezas que son del 2007. Se nota otra homogeneidad distinta las que son del 2008. Luego, las piezas del 2009, 2010 y 2011, forman un conjunto, porque son unos años en los que yo estaba lingüísticamente perdido.

¿Tus símbolos preferidos o la iconografía que más repites?
Las mariposas y los peces. A los peces siempre les pongo en el aire, casi nunca en el agua. En plan de sacar las cosas de contexto. La magia que tienen las cosas sacadas de su sitio. Porque tendemos a analizarlo todo en un contexto determinado y a no ver la esencia de las cosas realmente. El tema de las mariposas habla de la liberación, del cambio, de la metamorfosis. 

Permíteme un mal ejemplo, tu obra parece un pepinillo bañado en chocolate. Apetecible por fuera, ácido al morderlo. ¿A qué se debe?
Me gusta engañar. El arte es una herramienta muy buena para contar mentiras y así mostrar la verdad. Si cuentas la verdad directamente, la gente es tan consciente de lo que cree que es la verdad que les va a pasar desapercibido. Si les cuentas una mentira, les va a crear el efecto contrario y les va a hacer pensar sobre la verdad que ellos conocen.




¿En qué estás trabajando ahora?
Con Hysterical Minds, sacamos un libro hace meses y estamos con la promoción. Estoy con una nueva exhibición, que si no pasa nada, saldrá dentro de un mes o cosa así. Estoy trabajando con la editorial Harlequín para la segunda parte de The Twixt, hice la primera portada del libro de Dawn Metcalf hace unos meses y estoy con la segunda. Estoy ilustrando cedés de varios grupos musicales. Me estoy preparando una serie de proyectos para dar unos cursos. Me interesa la pedagogía sobre ilustración y dirección de arte. Enseñar sobre instrucciones visuales. Cómo desgranar una imagen para darse cuenta de si se está haciendo bien o no. Me interesa saber si hay gente interesada en esto.

Parafraseando una expresión de Barceló, ¿en tus creaciones hay más preguntas o más respuestas? ¿Más tinieblas o más certezas?
Creo que siempre hay más preguntas y, visualmente, muchas tinieblas, pero conceptualmente hay más certezas. Muchas de las imágenes son como un paquete de regalo que lo abres y te sale el muelle con el payaso y te pega en toda la cara, pues algo así. Como he dicho antes es jugar con la percepción y engañar, para mostrar no la verdad sino mi verdad.

Se va borrando tu disco duro donde tienes toda tu obra, hay que salvar una, ¿cuál sería la elegida?
Trust in me - Confía en mí (obra de Mario)
Quizá por la complejidad del lenguaje y la ambigüedad que lo llevé a un punto extremo la de Confianza en mí, que me gusta mucho, pero por otro lado me gusta mucho también la de Traición porque es una imagen que me ha llevado mucho tiempo completar, es muy compleja y es una de las pocas imágenes que tengo que es objetiva.

¿Qué ha supuesto para ti y tu obra la generalización de internet y las redes sociales?
Internet es donde todo empieza y todo acaba. Lo es todo. En internet, si eres constante, si cuidas a la gente que te va siguiendo y actúas de manera natural, poco a poco, la gente acaba haciendo el trabajo por ti. No soy restrictivo, dejo que la gente haga lo que quiera con las piezas, porque el arte es para llegue a todo el mundo. El arte sin espectador, no es arte. Me interesa que la gente vea lo que hago. Todos creamos por egocentrismo puro y duro. Sin internet no llegas a ningún sitio. Es una herramienta de promoción fundamental que es lo que a mí me ha dado a conocer y lo que me ha ayudado a sacarme el trabajo. Todo el trabajo lo saco a través de internet. El 98 % de los encargos que tengo son a través de internet. Es el alfa y el omega, no hay más allá.


Mario sigue desnudando su interior, porque es así de comunicativo y cercano. Hablamos de lo poco que aprendió en la universidad y de lo mucho que le ha enseñado la vida. Es un luchador nato. La grabadora se detiene. Mario apura la cerveza. Le gusta que esté bien tirada. Y en un despiste mío, se ha puesto a hablar con la señora de la mesa de al lado. Hablan de animales  de compañía y del cuidado que hay que dispensarlos. Le gustaría tener un perro que le acompañase mientras crea, pero ahora no puede ser, se tiene que conformar con la música y las musas. Tampoco están mal como compañeras de camino.

 

martes, 18 de noviembre de 2014

"Veo danza en casi todo"


Imagen del espectáculo Avalanche


Dani Pannullo es uno de los coreógrafos y director de escena más originales con los que cuenta la danza contemporánea en España. 

 

 

Combina distintas disciplinas de la danza con una modalidad de deporte urbano: el football free style


 




Julià Pérez // Valencia



Dani Pannullo nació en la Patagonia argentina, aterrizó en España hace más de veinte años. A Dani le fascina la danza. Es un ávido espectador y transponedor de los movimientos urbanos contemporáneos que después empasta como nadie encima del escenario con los bailarines de su compañía, Dani Pannulo Dancetheatre Co., que creó en 1998.

Su inspiración siempre ha sido la cultura, el baile urbano, al que él incorpora otros lenguajes de la danza, que además de los ortodoxos, por ejemplo, coquetea con el butoh japonés, el derviche egipcio o el flamenco, entre muchos otros.


En su último espectáculo Avalanche crea una plasticidad y una poética con el football free style o danza acrobática con el balón. Como expresa Pannullo, este impactante y delicioso espectáculo, es un conjunto de discursos donde todos ellos se entreveran para rendir un homenaje a lo que más le gusta del mundo: el movimiento, el baile, la danza... para huir del tiempo.

Hemos hablado con él y seguiríamos haciéndolo, porque es una fuente inagotable de creatividad y sabiduría urbana.




Lo que más llama la atención es la incursión del football free style en el discurso poético y estético de la danza, ¿cómo empastas ambas disciplinas?
El footballfree style es una modalidad de deporte urbano en el que encontré un lenguaje plástico. Siempre que haya un movimiento que me guste, no me interesa tanto de dónde provenga, lo importante es que éste pueda dialogar en el escenario con el resto de los movimientos de mis bailarines y el tipo de danza que practicamos. Encuentro belleza, a veces,  en cosas que usualmente la gente no encuentra. Pero yo veo danza en casi todo.
La mayoría de la gente que conoce mi trabajo, saben que la compañía se fundamenta, entre otros, en la base del break-dance o en el movimiento hip-hop. A partir de ahí, nosotros hemos incluido, por supuesto, elementos de la danza contemporánea, de la danza clásica; elementos de la danza japonesa, como el butoh; o de nuestros viajes, por ejemplo, a la India, hemos hecho cosas del Kalaripayattu.
Para mí, la tradición y la modernidad tienen que dialogar en el escenario. Y el resultado puede ser terriblemente moderno, como decía Rimbaud, pero también hay que respetar las tradiciones. Estos son los ingredientes fundamentales para mis espectáculos.


Avalanche nos habla, sobre todo, del paso del tiempo
La danza, para que perdure, uno tiene que estar despierto a los lenguajes nuevos que surgen en las grandes metrópolis. Madrid, hoy en día, es una de ellas. Puedes encontrarte con gente de todo el mundo... El paso del tiempo no tiene mucho que ver con la edad, pero sí con el lenguaje en sí mismo. Hay que estar atento a los movimientos nuevos para poder expresarlos en la escena.

Parece que el espectáculo es el fruto de un concienzudo trabajo previo de investigación sobre cómo y por qué se mueve la gente... ¿Cómo fue esa tarea investigadora? Y ya que estamos, ¿cómo y por qué se mueve la gente, Dani?
Desde siempre, me he sentido atraído, no solo por las diferentes escuelas de danza, sino también, por ejemplo, por el trabajo de un genio como Jacques Tati, que hizo películas sin diálogo inspiradas en los movimientos de la calle, en los movimientos cotidianos de la gente. Todo esto sirve para alimentar el lenguaje que queremos desarrollar sin llegar a trasladar literalmente esos movimientos cotidianos. Por eso, siempre digo que cualquier persona puede bailar y sobre todo, en este siglo.
Para mí, el baile en este sentido, tiene que ver muy poco con la parte académica, pero sí con lo que realmente la gente quiera decir, quiera expresar. Lo que vaticinamos es un teatro más físico y menos textual. El teatro del futuro será un teatro más físico que hablado.

¿Qué otro tipo de fuentes o géneros coreográficos te han resultado útiles para construir Avalanche?
Hemos incorporado, como he dicho, una disciplina india, el Kalatipayattu, que es como la madre de todas las artes marciales, que surgió en Kerala (sur del país) y luego viajó por Asia, hasta China, dónde nació, por ejemplo el kung-fu o el shaolin. Si alguna vez, por ejemplo, incluyera la capoeira, me iría a la raíz, que es África. Muchas veces, tengo un interés antropológico por la danza.

Las críticas del espectáculo son muy positivas, ¿qué te parece?
Las críticas buenas se agradecen, pero no me constriñen. Lo que sí me interesa, más que el aplauso, es de qué forma el público transforma nuestras ideas en su propia vida. Cuando se apaga la luz en el teatro, el espectáculo ya no te pertenece más, es del público; y este, puede hacer lo que quiera con él.

¿Qué se va a encontrar el público en tu nuevo espectáculo?
Avalanche es como una avalancha de números en movimiento donde los bailarines, a pesar de su juventud, expresan sentimientos que van desde la niñez hasta la vejez. Hay momentos también muy enérgicos. Es un discurso bastante animal de las cosas que quiero decir. Sin olvidar que hay un recorrido musical súper interesante, que va desde el freejazz hasta la música clásica. Me gusta que los espectáculos estén llenos de pequeños momentos importantes, donde la gente, a pesar de que tal vez no le guste tanto lo que está viendo, le guste mucho lo que está escuchando. Hay también una muy buena puesta en escena de luces...
Avalanche es un espectáculo desde el que intento transformar por un tiempo la vida de la gente, huir del mundo, que es lo que todos queremos. Como cuando te sientas a ver una buena película para olvidarte un poco de dónde vienes y hacia dónde vas... En definitiva, parar un momento y sentir.




¿Por qué este montaje es solo masculino?
En este espectáculo y en el anterior, me he centrado más en trabajar con la energía masculina. Entre otras razones, me resulta muy interesante porque tiene muchos más matices que lo que la gente piensa. En el nuevo montaje ya vuelvo a trabajar con chicas.

¿Por qué este tratamiento tan exquisito de la música en el espectáculo (y en el resto de tus montajes)?
Responde a mi propia personalidad, a lo que escuché de pequeño... Como le indiqué el otro día a un periodista, me atrae en estos momentos viajar hacia el altiplano, tocar músicas de las cordilleras de Bolivia, de Perú, de Chile..., me atraen muchas cosas. En mi vida actual, estoy atraído por todo lo que es Oriente. Es bastante difícil decir por qué. El mundo está lleno de músicas y lo que tenemos que hacer es ir al encuentro de ellas. 

¿Qué es para ti la danza contemporánea?
Por ejemplo, mi propio trabajo debería considerarse danza contemporánea y no, bajo el cliché danza urbana contemporánea. Sobre la danza contemporánea no puedo decir que sea un lenguaje que esté acabado. Hay tantos maestros y tantos genios que hoy en día si no los rescatamos, permanecen en el olvido. Pero bueno, lo contemporáneo debe ser lo que pasa hoy, lo que está haciendo la gente. Es lo que nosotros estamos haciendo. Por supuesto, hay que respetar las escuelas y todas las personas que han fundamentado todo este gran movimiento alrededor del mundo, con sus técnicas, con sus nombres, con sus compañías...
Por ejemplo, en estos momentos estoy poniendo en marcha una residencia de creación en la Compañía Nacional de Danza. Para mí es un dar un paso súper importante porque esto significa que la dirección y las grandes estrellas de la danza también se dan cuenta de que personas como yo colaboramos con un pequeño granito para que todo este mundo pueda crecer mucho más, así como para entender nuevos lenguajes. 

¿Cómo está la danza en nuestro país?
La mayoría de los coreógrafos que me gustan no son españoles. También, me gusta y respeto muchísimo el trabajo de la Compañía Nacional de Danza. Tiene un repertorio muy interesante. Pero siempre suelo mirar hacia fuera; ya lo hacía desde pequeño cuando vivía en Buenos Aires. Mi danza favorita, en estos momentos, está en Francia y en Inglaterra.
La situación de la cultura en España es un desastre. Esperemos que cambie muy pronto. Compañías pequeñas como la nuestra vivimos en situación de ahogo, es como muy difícil sobrevivir. Pero bueno, no me quiero quedar dormido en este sueño, en esta especie de pesadilla extraña. Hay que seguir trabajando y creando. Los artistas no podemos parar y detenernos en la depresión, pero sí reflexionar y seguir trabajando en lo positivo, porque al final es lo único que nos puede salvar.

¿Por qué fundaste la compañía? ¿Ya has hecho balance? ¿Has cumplido objetivos? ¿Qué le queda por hacer a Dani Pannullo dancetheatre Co.?
Yo venía de trabajar en un grupo que se llamaba Productos Lola, y luego monté uno, donde trabajó gente como David Delfín y Mariola Fuentes, que se formaron conmigo en esa época y a partir de ahí, creé mi propia compañía de danza y comenzó a funcionar bastante fuerte a partir del año 2000. Hemos llevado nuestros espectáculos por varios lugares del mundo y estamos contentos a pesar de la situación. Lo más importante es seguir soñando, es lo que vale la pena.
Detenerte para hacer balance a nivel creativo es como mirarte al espejo. La verdad es que se han cumplido muchísimos objetivos, incluso algunos que ni siquiera estaban en la ruta. Por ejemplo, cuando comencé a trabajar en la danza butoh, que lo hice en Madrid, acabé haciéndolo también en el Spiral Hall de Tokio y en otros lugares del mundo. Fue un logro como casi espiritual. Fue muy bonito y esperemos que haya mucho más mundo que recorrer.

Con qué nos vas a sorprender en un futuro (próximos proyectos)
Estoy preparando un ballet pop que estamos desarrollando en nuestra residencia de creación en la Compañía Nacional de Danza. La música es de Nacho Canut, de Fangoria y de Zeta, que es un productor y grafitero español con muchísimo renombre. Estamos en pleno laboratorio con ello. Quizá para finales de año. ¡Qué interesante! -lo interrumpo-; sí –contesta Dani-, pero es lo contrario que quiere mi manager, que desea cosas que se puedan vender.
Aun así, se venderá, porque el talento siempre se compra.